Acompañar a un líder amenazado durante una semana

La Comunidad de Paz de San José de Apartadó está a punto de celebrar su aniversario, veinte años resistiendo y pidiendo que se respete su neutralidad dentro de un conflicto que no es suyo. Desde el inicio, la Comunidad no ha tenido un día sin preocupaciones por la vida de sus integrantes y el respeto de su territorio. Desde septiembre de 2016 sus líderes han denunciado el aumento de la presencia de grupos neoparamilitares; algunos entraron en los predios de ciertas veredas, anunciando que van a controlar este territorio[1].

Entraron también en la vereda Mulatos, donde se encuentra la Aldea de Paz Luis Eduardo Guerra. PBI a menudo acompaña a líderes de esta vereda y ahora aún más, por el aumento de amenazas que están sufriendo.

Gildardo Tuberquia, CDP SJA
Gildardo Tuberquia

Aquí vive Gildardo Tuberquia, uno de los fundadores de la Comunidad de Paz y miembro del Consejo Interno desde hace 18 años. Después de la masacre en Mulatos y la Resbalosa, en febrero de 2005, la mayoría de los campesinos abandonaron sus tierras; solo Gildardo y Germán Graciano se quedaron y construyeron la Aldea de Paz, en memoria a Luis Eduardo Guerra, líder asesinado durante la masacre.

Gildardo lleva ocho años viviendo allí. Le encanta su tierra; y muestra este amor y voluntad de seguir luchando para defender su territorio. Es un hombre muy agradable, es chistoso y siempre se ríe. En diciembre del año pasado recibió amenazas por parte de los neoparamilitares; éstos estaban molestos porque la Comunidad denunció su presencia en la región, según comentaron a unos campesinos a los que les dijeron que buscaban a Gildardo para “amarrarlo y llevárselo”[2].

Jesus Emilio con su hijo Alberto, los héros de Chocolates de Paz.
Jesús Emilio Tuberquia con su hijo Alberto, ambos líderes de la Comunidad de Paz. También Jesús Emilio ha recibido amenazas de muerte en el pasado.

La semana pasada viajé por la primera vez a Mulatos para acompañar a Gildardo y fue una aventura. El camino desde La Holandita hacia Mulatos es arduo pero espectacular. Los campesinos necesitan de cuatro a cinco horas para llegar, pero como iban conmigo que estoy poco entrenada, nos demoramos más. El camino estaba muy embarrado porque había llovido mucho.  Viajamos en mula, de hecho, PBI tiene la suya para usarla en acompañamientos como este, se llama Tostao, una mula linda y oscura. A veces tiene miedo cuando te acercas, pero cuando le acaricias, se tranquiliza. También es terca, a ratos se niega a caminar o escoge otro camino.

Nathalie y Tostao
Nathalie con Tostao

Rápidamente me di cuenta que montar en mula requiere un poco de práctica. Las bestias saben cuándo no eres muy especializada en montar, Gildardo se reía cuando intentábamos darles el pequeño golpe con la cuerda para que avanzara, diciendo que eso era más una caricia que un golpe. Creo que me golpeé más yo que a la mula. Y, luego, solo con un pequeño grito de Gildardo las mulas corrían. ¡Impresionante!

También tengo que admitir que en la ida me caí tres veces de la mula. (Bueno Gildardo me dijo que brincaba bien así que brinqué tres veces). Una vez, porque a la mula le encantaba caminar debajo de los árboles y había muchas ramas, así que me tocó saltar a la mula. La segunda fue también porque se acercó a un árbol y me desequilibrio la silla y caí al barro. Y la tercera, en una bajada, entre el barro y las piedras que había, la mula estaba dudando de su camino, me incliné para mirar y caí nuevamente. Aprendí que es mejor no inclinarse cuando una mula está bajando.

casa de Gildardo
Casa de Gildardo

Mis aventuras fueron más divertidas que traumáticas y llegamos, llenos de barro, a las seis de la tarde a la Aldea. La familia de Gildardo nos recibió con una deliciosa cena.

La Aldea es hermosa, tiene una escuela, una biblioteca y una planta solar para la luz. El paisaje es maravilloso, además hay un río al lado… Se siente la tranquilidad y la desconexión de la ciudad, es muy agradable. Recibimos varias visitas de campesinos que viven cerca y compartimos con la gente de la Comunidad.

Marina y su nieto CDP
Marina también es miembro fundadora de la Comunidad de Paz y regresó a Mulatos hace cinco años. Aquí está con su nieto.

En las noches, desde mi hamaca escuché los conciertos de los animales y, poco a poco, me acostumbré a los sonidos. Nos quedamos una semana con Gildardo, acompañándole en los trabajos comunitarios y compartiendo con su familia.

Tuvimos suerte porque durante la semana no llovió, así que para el regreso ya estaba seco el camino y pudimos incluso galopar. Llegamos más rápido a La Holandita, con mucha energía y voluntad para seguir con nuestros compromisos de abrir caminos para la paz.

Nathalie (Brigadista Belga de Pbi Colombia)


Notas de pie:

[1]Comunidad de Paz San José de Apartadó: Paramilitares ocupan nuestros Espacios Comunitarios, 6 de septiembre 2016

[2]Comunidad de Paz, La tolerancia y unidad de acción entre fuerza pública y paramilitares, sigue desbocada, 10 de enero 2017

Un comentario sobre “Acompañar a un líder amenazado durante una semana”

  1. Que viva la CdP son un ejemplo de lucha y resistencia son personas que meresen respeto por esa labor tan impprtante que realizan en defensa de sus territorios y de la vida misma.
    Que su lucha perdure en el tiempo y que tal ves un día podamos vivir en un territorio libre de violencia,ánimo y nunca desfallescan de su lucha por sus ideales.

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