El principal trabajo que desarrolla esta organización de derechos humanos, fundada en 1996, es la lucha contra la impunidad, haciendo énfasis en los derechos de las niñas, los niños, las mujeres y la defensa del territorio, lo cual incluye también el trabajo con campesinos e indígenas que viven en las zonas rurales de Colombia, donde han sido víctimas de desplazamiento. Humanidad Vigente trabaja en las regiones de Chocó, Magdalena Medio, Arauca y Catatumbo.
Caso emblemático conocido como “las niñas y niños de Tame”
Humanidad Vigente ha representado a las víctimas en uno de los casos de violaciones de DDHH más significativos en Colombia, conocido como “las niñas y niños de Tame”, en el cual fue condenado a 60 años de prisión[1] un teniente del Ejército Nacional. Esta sentencia fue emitida en el año 2012, confirmada en 2013 y ratificada en agosto de 2014[2]. El teniente fue condenado por la violación de dos niñas de 13 y 14 años, y el homicidio de una de ellas, junto al de sus dos hermanos de nueve y seis años. Estos hechos ocurrieron en octubre de 2010, en la zona rural del municipio de Tame, Arauca.
La representante de las víctimas de Humanidad Vigente, Olga Silva, destaca las graves amenazas que sufrió a lo largo de este caso, cuyo objetivo era atentar contra la integridad y dignidad de las mujeres: “…Hubo situaciones de amenazas, como el asesinato de la juez que en su momento iba a dar inicio al juicio. En el marco de eso, yo como abogada defensora recibí amenazas a mi teléfono donde me decían como me iban a agredir sexualmente y creo que, claro, todo eso genera muchísima situación que desestabiliza emocionalmente…[3]”.
Este caso es, en materia de derechos humanos, además de emblemático, de suma importancia a nivel nacional e internacional. Sobre todo, en un país donde existe un 98% de impunidad en casos de violencia sexual contra las mujeres[4]. Este tipo de violencia de género es un hecho que se suma al complejo, desigual y poco equitativo contexto al que muchas mujeres han tenido y tienen que seguir enfrentando.
Premio Nacional de Derechos Humanos
En septiembre de 2016, Humanidad Vigente fue finalista al Premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos en Colombia en la categoría “Experiencia o Proceso Colectivo, nivel ONG”. Este premio es otorgado cada año por la comunidad internacional, con el liderazgo de la ONG de Suecia Diakonia, en el marco del Día Nacional de los Derechos Humanos y de la Semana por la Paz, en Bogotá.
“Ser finalista en este premio es un reconocimiento al trabajo de muchísimas personas que han formado parte de Humanidad Vigente, con compromiso y con esfuerzo. Es un reconocimiento que hacemos extensivo a las comunidades, a las mujeres y hombres, a los niños, niñas y jóvenes con quienes hemos trabajado y hemos aprendido a exigir los derechos humanos. Yo creo que el efecto de este tipo de reconocimientos redunda en una visibilización del trabajo, que a veces para muchas personas resulta anónimo, pero que es muy valioso y aporta en la construcción de paz en este país, incluso desde antes de este escenario de postacuerdos[5]”.
Sobre Olga Silva, directora de Humanidad Vigente
Olga Silva es una colombiana cuya vocación se encuentra en la defensa de los derechos humanos. Abogada de profesión, es la actual directora de Humanidad Vigente. Es una dedicada luchadora social, con genuinas convicciones en torno a la defensa de los derechos humanos. En su mirada y acciones guarda el anhelo y la motivación para aportar a la construcción de un país donde existan garantías plenas y se pueda construir la paz con justicia social. Es una persona que se expresa de manera firme y clara en los juzgados, posicionándose del lado de las víctimas y representándolas con un sentimiento de empatía. Fuera de los juzgados, Silva es una persona cercana, que se interesa en los temas que le comentan, mostrando su lado humano en el trato cariñoso y cálido con las personas.
Para Silva, haber crecido en el campo donde había diversas situaciones de abandono estatal y de insatisfacción de necesidades básicas, le significó conocer un contexto que la marcaría mucho en la vida. Para seguir adelante con esta motivación, encontró un espacio académico en la Universidad Nacional, sumado a la experiencia que adquirió como docente encontrándose con los sectores populares en procesos de alfabetización.
El trabajo que realiza, requiere tener un acercamiento profundo y cuidadoso a casos de violaciones de derechos humanos, donde el dolor se hace más presente que nunca y en donde el tejido social es fuertemente vulnerado, acarreando una serie de consecuencias a nivel emocional para la abogada. En sus propias palabras: “Todos los casos son muy dolorosos, todos son una tragedia y detrás de cada uno hay más tragedias”.
Sobre el papel de las mujeres
Desde la mirada y experiencia de Silva, el papel de las mujeres como defensoras de derechos humanos se enfrenta al reto que supone para ellas el asumir un rol diferente en una sociedad donde el papel de éstas se encuentra asociado a otro tipo de trabajos y, en el peor de los casos, únicamente vinculado al hogar. Por ello, las defensoras de derechos humanos atraviesan, de manera frecuente, procesos de ruptura familiar, lo que generalmente significa asumir, entre otras cosas, la responsabilidad de su familia, de sus hijas e hijos y las dificultades que esto puede conllevar para desarrollar su vida laboral.
La defensa de los derechos humanos para las mujeres es un trabajo que, sin duda, conlleva un riesgo diferencial y elevado, pero que de ninguna manera logra frenar el ímpetu y motivación por la labor que realizan defensoras de derechos humanos como Olga Silva.
Sobre la paz
Olga Silva comenta: “La firma de los acuerdos de La Habana, entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc, con los cuales se le dará una salida política a la confrontación armada, le dará oportunidad al pueblo colombiano para que el establecimiento aborde las causas estructurales que han generado el conflicto, y el pueblo pueda participar en las transformaciones económicas, sociales y políticas que son necesarias para que Colombia dejé de ser uno de los países con mayor desigualdad y con un alto registro de graves violaciones a los derechos humanos. Ya no habrá justificación para que los gobiernos de turno inviertan gran parte del presupuesto nacional en la guerra, sino que éste deberá destinarse al bienestar social de la nación colombiana.
Un gran riesgo es la amenaza que representan los grupos paramilitares que hacen presencia en algunas zonas del país y que están empeñados, tanto ellos como sus auspiciadores, en entorpecer el logro del fin del conflicto armado, porque son beneficiarios de la guerra y no quieren que se acabe. De ahí que sea necesario el desmonte real y efectivo del paramilitarismo, que hoy es nombrado bajo diferentes denominaciones: Bacrim, Grupos Pos desmovilización, Grupos Neo paramilitares, Rastrojos, Urabeños, etc”.
Acompañamiento internacional
PBI acompañó a Humanidad Vigente desde 2013.
Olga Silva: “El acompañamiento de PBI ha sido fundamental para poder uno levantarse y seguir trabajando y no renunciar y sentirse un poquito más seguro, porque no es fácil ser defensor de derechos humanos en este país y no es fácil después de situaciones límites volver a levantarse de la cama y seguir”.
Más información
Página Web Humanidad Vigente
Notas de pie:
[1] Máxima pena en Colombia y segunda persona en recibirla.
[2] El Tiempo: En firme, condena a teniente (r) Muñoz por crimen de niños de Tame, 12 de agosto de 2014; El Espectador: Condenado a 60 años subteniente por asesinato de tres menores en Tame, 25 de septiembre de 2012
[3] PBI Colombia: “Detrás de cada caso hay más tragedias”, 3 de marzo de 2015
[4] Contagio Radio: Ante la CIDH se denunció 98% de impunidad en casos de violencia sexual en Colombia, 22 de octubre de 2015
[5] PBI Colombia: “El reconocimiento es al trabajo de muchas personas”, 12 de septiembre de 2016