El 21 de febrero 2005, las veredas de Mulatos y La Resbalosa (Antioquia), ubicadas a cinco horas de la Holandita, asentamiento principal de la Comunidad de Paz, fue el escenario de un crimen atroz que, una vez más, golpeó a sus pobladores. Ocho personas, de las cuales cuatro eran menores de edad, fueron asesinadas, desmembradas y enterradas en una fosa común. Entre las 8 víctimas de esta masacre, 7 eran miembros de la Comunidad de Paz: Luis Eduardo Guerra, líder histórico y fundador de la Comunidad, Bellanira Areiza, su compañera y Deiner Andrés Guerra, su hijo de 11 años; Alfonso Bolívar Tuberquia Graciano, el coordinador de la Zona Humanitaria de La Resbalosa, Sandra Milena Muñoz Posso, su esposa, Natalia y Santiago, sus dos hijos de 5 años y 20 meses.
La masacre fue perpetrada por un comando de alrededor de 60 paramilitares del Bloque Héroes de Tolová de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) junto con tropas adscritas a la Brigada XVII del Ejército[1]. Estos hechos, que marcaron profundamente la resistencia de la Comunidad de Paz, pusieron en evidencia la degradación de una guerra que, más que combatir a los alzados en armas, se ensañó con campesinos y campesinas que apostaban por la paz en medio de tanta violencia. La acciones beligerantes contra la Comunidad de Paz no eran nuevas ni cesarían después de la masacre. Según Brígida González, fundadora y lideresa histórica de la Comunidad, con esa masacre les quisieron decir “otra vez, reitaradamente, que no tenía que haber organizaciones sociales”[2].

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