La Comunidad de Paz de San José de Apartadó nació hace 25 años en medio de la violencia y el desplazamiento forzado. Campesinos y campesinas de diferentes veredas del departamento de Antioquia se organizaron para constituirse como comunidad neutral frente al conflicto, y construyeron una alternativa pacífica para preservar la vida y proteger su territorio. Desde entonces, la Comunidad de Paz, ha contribuido con su perspectiva y experiencias a numerosos procesos dentro y fuera del país. De hecho, uno de los legados que ha aportado la Comunidad de Paz, junto a otras 20 comunidades campesinas de diferentes territorios colombianos, es la Universidad de Paz y Resistencia o Universidad Campesina.
Hace dos años, en pleno auge de la pandemia del Covid-19, varias comunidades étnico-territoriales y campesinas de Colombia, acompañadas por la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz (JyP), enviaban una carta pública al presidente Iván Duque en la que solicitaban un Acuerdo Humanitario Global [1]. La petición implicaba el cese de las hostilidades y nuevos diálogos de paz con inclusión de los múltiples actores armados aún presentes en los territorios. Desde entonces más de 160 comunidades, apoyadas por la Iglesia Católica [2], organismos internacionales [3] y organizaciones de la sociedad civil [4], han enviado 57 cartas abiertas[5] con el mismo fin sin que haya habido respuesta alguna por parte del Gobierno saliente.