Desde Brigadas Internacionales de Paz nos venimos pensando desde hace rato la protección integral. Los aportes de defensoras y organizaciones feministas han puesto sobre la mesa la necesidad, no solo de cuestionar los modelos de protección militaristas, sino de entender la protección en todas sus dimensiones. Y es que la protección integral se piensa políticamente, tratando de construir modelos de protección que cuestionan el monopolio del Estado, las relaciones de poder o el individualismo, pero también parte de la idea de que “lo personal es político”. Es decir, la protección también tiene que ver con los vínculos que creamos, con los afectos, las identidades, los dolores del cuerpo, los valores, el vínculo con la naturaleza y los símbolos. Por eso venimos hablando de la dimensión de sentido o espiritual, la dimensión de cuerpo-mente-corazón y la dimensión grupal de la protección. Protegernos no es solo sobrevivir, no es solo poder seguir haciendo nuestras actividades de defensa de derechos, también es construir nuestras vidas, nutrir nuestros sueños y fortalecer nuestros vínculos.
En este sentido la protección se vincula con el cuidado y, felizmente, con la sanación. Protegernos es crear herramientas para prevenir situaciones dolorosas, es decir, tomar decisiones ante los riesgos del contexto. En contextos de tanta violencia sociopolítica, además, los riesgos son altos, así como los impactos que tienen sobre nosotras prevenirlos o vivirlos. Para protegernos, por lo tanto, necesitamos reconocer todo lo que nos genera y ha generado la violencia, dándole valor y compañía.